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Title | Expulsada de casa por sus padres adoptivos, de la noche a la mañana se convierte en multimillonaria... |
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Body | Descubre con sorpresa que no es hija biológica de sus padres, siendo expulsada de casa por una conspiración de su hija biológica y convirtiéndola en objeto de burla. Creyendo ser de origen campesino, descubre inesperadamente que su verdadero padre es el hombre más rico de la ciudad. "Mamá, por favor, fue un accidente. Perdí el equilibrio y me caí por las escaleras. Ella no tuvo nada que ver", una joven que se parecía bastante a esta señora estaba sentada en el sofá, con los ojos llorosos ella intervino. Hace apenas media hora, Jenna Chapman, la hija biológica de los Chapman, se había caído por las escaleras. En ese momento, Madisyn era la única que se encontraba en el piso superior, así que todos creían que la había empujado... Ahora, las miradas que los Chapman le dirigían estaban llenas de veneno y disgusto, un marcado contraste con su actitud de hace una semana, cuando se mostraron renuentes a separarse de ella. Madisyn miró al suelo, mientras en sus ojos brillaba un destello de ironía. Hubo una época en la que ella fue hija única de los Chapman y aunque nunca disfrutó del favoritismo parental, no le faltaba nada: sus necesidades básicas siempre estaban cubiertas. Sin embargo, todo cambió cuando Jeffry Chapman, a quien ella consideraba su padre, sufrió un grave accidente y necesitó una transfusión de s*ngre. Las pruebas y exámenes médicos subsecuentes revelaron una impactante verdad: ella no era su hija biológica. Tras esa revelación, el hombre utilizó su extensa red de contactos para encontrar a su verdadera hija, Jenna. Como la familia Chapman era una de las de mayor renombre en Gemond, la noticia no tardó en difundirse rápidamente. Para manejar la narrativa pública y preservar su reputación, ellos declararon su compromiso inquebrantable con la chica a la que habían criado por años. Afirmaron que la seguirían tratando como su hija por un tiempo, antes de devolverla con su verdadera familia. No obstante, a puertas cerradas, sus planes eran muy diferentes. Solo estaban esperando a que la atención pública se desviara para deshacerse discretamente de ella. Los Chapman culparon a Madisyn por todos los años de dificultades que había pasado su verdadera hija. Por esa razón, cuando esta llegó, sacaron a la usurpadora de su habitación y la relegaron a vivir en un trastero. No conforme con eso, la obligaron a realizar tareas domésticas, dejando en claro que su estatus estaba muy por debajo que el de los sirvientes. Sin embargo, Jenna todavía quería sacarla de la casa, así que puso en marcha varios planes en su contra. Y sus padres se hicieron de la vista gorda; de hecho, apenas podían disimular su desdén por la chica a la que por años consideraron su hija. Esos episodios acabaron con el afecto y las ilusiones que Madisyn tenía sobre su antigua familia; además, alimentaron su resolución para confrontar las injusticias que se le habían impuesto. Cuando la tensión estaba a punto de alcanzar su punto máximo, dijo con seguridad: "Me iré, pero no antes de aclarar las cosas. Me niego a seguir llevando la carga de tus malas acciones, Jenna". La compostura de la aludida vaciló. Bajo la intensa y helada mirada de su acusadora, su cuerpo tembló visiblemente. '¿Qué pasó con la chica que siempre era sumisa?', se preguntó, mientras un destello de maldad brillaba en sus pupilas. Ella era la heredera legítima de todos los bienes de la familia Chapman. En cambio, Madisyn no era más que una usurpadora que estuvo viviendo a sus costillas y disfrutando de sus lujos y comodidades. En ese momento, tomó una decisión: tenía que expulsar a esa impostora de la familia. "Madisyn, no tengo idea de lo que estás hablando. Desde que reclamé mi legítimo lugar, y nuestros padres me han dado el amor que me corresponde, he sentido tu inconformidad. Y a pesar de tus acciones, me he mantenido tolerante, pero hacerme esto a mis piernas... ¡¿Cómo pudiste?! Bailar es mi pasión, la expresión de mi alma. De haber sabido que querías tanto el puesto para la competencia nacional, me habría retirado de la competencia", declaró Jenna, con la voz teñida de confusión. Su insinuación era clara: la había saboteado por celos. La mirada de Phyllis Chapman, madre de la lastimada, se endureció al escuchar eso. Luego, habló en un tono lleno de desdén: "Hija, tú tienes un talento notable que Madisyn nunca podría igualar. Te ganaste tu lugar en la competencia nacional a pulso". Luego, se volvió a la otra y le dijo bruscamente: "¡Tú! ¡Empaca tus cosas y vete de inmediato!". Parecía que la expresión usualmente sombría de Madisyn solo alimentaba su desprecio. En contraste, Jenna, siempre dócil y talentosa, brillaba intensamente a sus ojos. No tenía dudas de que era una verdadera Chapman. En medio del drama que se desarrollaba, Jeffry finalmente rompió su silencio y habló con un tono de marcada decepción. "Madisyn, habíamos aceptado tenerte aquí hasta que el escrutinio público disminuyera, pero ante el terrible resentimiento que le tienes a nuestra hija, no nos dejas otra opción. Te devolveremos con tu verdadera familia hoy mismo". En los ojos de Jenna brilló un destello de triunfo al escuchar que su padre hablaba de la inminente partida de la oportunista. En cambio, el rostro de la expulsada se mantuvo inescrutable mientras subía las escaleras para recoger sus pertenencias. "¿Y si quiere llevarse todo?", preguntó después de un rato la hija de los Chapman, pues la prolongada estancia de la defenestrada en el piso de arriba la inquietó. Después de todo, cualquier cosa de valor que hubiera en esa casa le pertenecía a ella. No permitiría que una impostora se llevara parte de su riqueza. Eventualmente, Madisyn reapareció. Bajaba las escaleras lentamente, con movimientos calmados y medidos. Cargaba una discreta bolsa negra. Durante su descenso, recorrió con su fría mirada la sala, lo que fue suficiente para que Jeffry se sintiera inquieto y desviara la mirada. "¿Eso es todo lo que empacaste? ¿Qué llevas ahí? Muéstramelo", exigió Phyllis con sospecha; había fruncido el ceño al ver el raquítico equipaje. En el acto, su esposo alzó la mano para detener su interrogatorio y dijo: "Déjala en paz". Estaba seguro de que solo se estaba llevando la tarjeta bancaria que le dio, en la que únicamente había cien mil dólares. "Si tienes que revisarla, adelante", declaró la imperturbable Madisyn colocando, sin ápice de duda, su bolsa sobre la mesa. Phyllis, incapaz de ocultar su desconfianza, no perdió la oportunidad de burlarse. "Tal vez te estás llevando algo valioso", murmuró, mientras abría el bolso. Sin embargo, adentro solo encontró un cuaderno, algunas semillas y un pequeño fajo de billetes, nada de los objetos de valor que tanto le habían preocupado. Con el rostro rojo por la vergüenza debido a su falsa acusación, se enderezó y añadió con brusquedad: "Le pediré al chofer que te lleve a tu casa". Jeffry, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros, metió la mano en su bolsillo y sacó una tarjeta. "Madisyn, cuando regreses, escucha a tus padres. Sí, son agricultores, pero... son buenas personas, gente sencilla. Deberías ayudarlos". Ella contempló la tarjeta que le ofrecían con sus hermosos ojos. No perdió la calma al responder suavemente: "Cada uno tiene que cumplir con su propio destino". Acto seguido, empujó la tarjeta hacia el hombre. Luego añadió: "Sin embargo, antes de irme, las cosas se tienen que aclarar. Jenna, ¿cómo fue que te caíste por las escaleras? Esta es tu última oportunidad para decir la verdad". A la aludida le hirvió la sangre, enfurecida por la serena compostura de esa impostora, pues parecía elevarla por encima de los demás, a pesar de sus humildes orígenes. ¡Madisyn no era de una familia rica! ¡Solo era la hija de unos agricultores! "¿Qué estás insinuando? ¿Que me aventé por las escaleras? Mis piernas son mi vida; son esenciales para que pueda bailar. ¿Por qué querría lesionarlas?", soltó, poniéndose más emocionada con cada palabra que salía de su boca, hasta que comenzó a llorar dramáticamente y colapsó en los brazos de Phyllis. De repente, Jenna instintivamente saltó de pie debido a un jarrón roto. El silencio se instaló en la habitación, mientras todos la veían con sorpresa, incluidos sus padres. Su agilidad había sido sorprendente, ¡¿pero no había dicho que no podía levantarse debido a sus heridas?! Capítulo 2 El hombre más rico de Gemond Jeffry, en vez de enojarse con ella por su evidente mentira, culpó a Madisyn: "Por favor, entiende que Jenna es aún muy joven. No le guardes rencor...". "Por supuesto. De hecho, no le guardaría rencor. Después de todo, aprendió ese comportamiento de sus dueños, ¿no?", respondió la fastidiada joven, pues había escuchado esa excusa varias veces. Hizo una última mueca, con la que cortó la tensión en el aire, se colocó su sencilla bolsa sobre el hombro y se dirigió hacia la puerta, con pasos firmes e inquebrantables. No le dedicó ni una sola mirada a la familia que dejaba atrás. Por su parte, los Chapman se quedaron furiosos por sus palabras. Afuera, el chofer esperaba, ajeno al tumulto que se había desatado en el interior de la casa de sus jefes. Desde el regreso de Jenna, el respeto que el personal le mostraba a Madisyn había disminuido considerablemente; por eso, el chofer no la saludó cuando la vio acercarse. La chica ignoró la presencia del empleado y pasó de largo; su postura era impecable y su actitud de evidente resolución. "Me pidieron que te lleve a tu destino", dijo el trabajador, quien se había apresurado a alcanzarla. "No es necesario. A partir de este momento, no quiero tener nada que ver con la familia Chapman", respondió ella, en un tono gélido, girándose ligeramente para verlo. Tras dejar en claro su postura, paró un taxi y le pidió al conductor que la llevara a la dirección que Jeffry le había enviado previamente a su celular. Su destino era un pueblo humilde y en ruinas, que no compartía nada con la opulencia que alguna vez había conocido. Al llegar, notó el mal estado de la casa de sus padres biológicos; además, en el aire flotaban unos sollozos que le desgarraron el corazón. Apenas entró, vio a muchas personas, aunque había un contraste evidente entre ellas: por un lado se encontraba un hombre, vestido con un traje impecable y elegante, rodeado de guardaespaldas; justo enfrente de él había una pareja llorosa, ataviada con la sencilla ropa de los campesinos. Mientras la recién llegada absorbía el surrealista cuadro, el hombre se giró: tenía los ojos enrojecidos y la mirada llena de incredulidad. Luego, corrió hacia ella con los brazos abiertos y, a pesar de su imponencia y altura, declaró con la voz quebrada: "¡Hija mía! ¡De verdad eres tú! ¡No puedo creer que realmente estés viva!". Madisyn se quedó perpleja. ¿Quién era él y por qué actuaba así? Se concentró en la pareja de agricultores, con los ojos llorosos, que tenía frente a ella. Tras unos segundos de vacilación, rompió el silencio con voz temblorosa: "Mamá, papá, ¿qué está pasando?". "No somos tus verdaderos padres. Jenna es la hija legítima de los Chapman, pero tú... tú no eres una de nosotros. Nuestro bebé nació muerto", suspiró el campesino, con la voz cansada por el peso de las verdades no dichas. Luego de una pausa, señaló al hombre bien vestido y añadió: "Él es tu verdadero padre". Los ojos de la joven se dirigieron al desconocido, percatándose de las innegables similitudes en sus rasgos. "Madisyn, cuando te vi por primera vez en el hospital, algo en ti me llamó la atención, aunque lo desestimé entonces", explicó el hombre del traje, con la voz ahogada por la emoción, mientras sacaba un documento de su maletín con la mano temblorosa. "Después de escuchar que los Chapman habían encontrado a su verdadera hija, no pude evitar preguntarme si lo que pasó hace años fue un error. Esta prueba de paternidad confirma mis sospechas: tú eres realmente mi hija". Ella tomó el documento y leyó la irrefutable prueba. De hecho, incluso sin esta, el parecido en sus facciones hablaba por sí mismo. Esa revelación, ese nuevo giro en su ya compleja vida, la abrumó a tal grado que se quedó callada, mientras su cabeza se llenaba con cientos de ideas. "Yo sé que tienes mucho que asimilar, pero te aseguro que todo lo que te digo es verdad. La noche en que naciste, hubo un trágico error en el hospital y, por culpa de la negligencia de una enfermera, la vida de tres familias se entrelazó sin que lo supieran. Lo que pasó fue lo siguiente: el bebé de esta pareja fue declarado muerto y nos lo dieron a mi esposa y a mí por error; tú terminaste con los Chapman, y Jenna acabó aquí", continuó el hombre. "Tu madre y yo estábamos devastados. Pensamos que te habíamos perdido para siempre. No tienes idea de lo mal que la pasó ella. Te está esperando ansiosa en el hotel, feliz de que por fin podrá conocerte", añadió, mientras sus ojos se humedecían. Conmovida por su sinceridad, Madisyn asintió lentamente, aunque su mirada se posó en la humilde pareja. "Todo esto fue un accidente. Ellos también son víctimas de toda esta situación y, aunque no puedo revivir a su hijo, les ofreceré una compensación por su pérdida", prometió él, en tono suave. "No necesitamos ninguna compensación; saber la verdad es suficiente para nosotros", respondió firmemente el campesino, agitando su mano con desdén para restarle importancia al asunto. Su tono dejaba entrever su cansancio y desilusión, pues desde que Jenna, la joven que su esposa y él habían criado como suya, se reunió con su familia biológica, su relación se había deteriorado considerablemente: ella había roto todo contacto con ellos. "Lo mejor es que se vayan a casa. No es fácil que su familia se reencuentre, así que no pierdan su tiempo aquí", dijo, con una expresión mezcla de tristeza y desapego, mientras guiaba a Madisyn y al hombre de traje hacia la puerta. La joven siguió a su padre biológico hasta el reluciente Rolls-Royce estacionado en la acera. La opulencia del vehículo contrastaba enormemente con la humilde casa de la que acababan de salir. "Soy Glenn Johns, tu padre. De ahora en adelante, estoy aquí para ti; cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmela", se presentó él, con voz suave, pero firme. Madisyn se dio cuenta de algo: Glenn Johns no era un millonario cualquiera, sino el CEO del Grupo Johns y, por ende, el hombre más rico en Gemond. Poco a poco, fue asimilando las implicaciones de su nueva ascendencia y cuando esa pesada y profunda verdad se instaló en su cabeza y en su corazón, asintió lentamente. El Hotel Alpenglow era el más lujoso de Gemond. Jenna, envuelta en un holgado vestido Chanel, encarnaba la elegancia, mientras entraba en el gran vestíbulo con sus padres. La ocasión era trascendental. Phyllis acababa de enterarse de que Lynda Johns, vicepresidenta de la Asociación de Danza y jueza de la competencia nacional, estaba en la ciudad. Al instante, la madre vio que tenía una oportunidad de oro: si lograba que su hija estuviera bajo la tutela de tan distinguida figura, prácticamente le estaría asegurando el campeonato. Con eso en mente, hizo que su vástago se pusiera su mejor atuendo y la llevó al hotel. Sin embargo, no se esperó que la recibiría una sorpresa. Madisyn estaba de pie, al otro lado del vestíbulo. A pesar de su atuendo simple, una playera y un pantalón de mezclilla, la serena gracia que poseía hacía que todas las miradas se volcaran en ella. A su lado estaba un hombre trajeado, cuya presencia era impactante, aunque Phyllis no podía ver su rostro desde su posición. "¿Madisyn? ¿Qué está haciendo aquí?", murmuró entre dientes la confundida y molesta mujer. Capítulo 3 Su verdadera familia El rostro de Phyllis se ensombreció a causa de la preocupación, al escuchar a su hija. Aceleró el paso, con la clara intención de interceptar a Madisyn antes de que pudiera establecer conexiones influyentes. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, la chica se metió a la Sala de Esmeralda, la habitación más exclusiva y privada del hotel. La mujer se quedó perpleja; ¿qué hacían allí? Jenna la alcanzó, igual de sorprendida que ella, y le compartió sus impresiones: "Mamá, ese recinto no está abierto para cualquiera. Parece que Madisyn está mejor relacionada de lo que creíamos. Supongo que debe tener algunas amistades muy influyentes". "¿Qué clase de amigos podría tener?", murmuró Phyllis amargamente. Al instante, su mente se llenó de suposiciones desfavorables. Ese y otros pensamientos similares la disgustaron profundamente, pero sabía que no tenía tiempo para darle vueltas al asunto. Con urgencia, sacó su celular y marcó el número de Lynda. "Disculpa, estoy ocupada con un asunto urgente", respondió esta, de forma brusca y distante, antes de colgar. Jenna cedió ante la desesperación. Su ánimo se desplomó, así que se cubrió el rostro con las manos. Ni así pudo evitar que las lágrimas se escurrieran por sus dedos. Jeffry la rodeó con sus brazos, y le dijo con una voz suave y llena de seguridad: "No te preocupes, hija. Ya habrá otras oportunidades. Te prometo que encontraremos la manera de contactarte con ella". Mientras tanto, Lynda colocó nuevamente su celular en el cojín que estaba a su lado. Su hermano Glenn había convocado a una reunión familiar urgente, pues después de mucho tiempo, había encontrado a su hija perdida. "Madisyn debe haber pasado por muchas complicaciones en su vida", comentó Kristine Johns, quien estaba sentada elegantemente a su lado. Sus rasgos eran llamativos, su maquillaje exquisito y el vestido que llevaba puesto, bastante lujoso. Y aunque proyectaba la imagen de una dama refinada, su expresión revelaba su profunda preocupación. "Escuché que su antigua familia la trató bastante bien. Puede que no haya enfrentado las dificultades que imaginamos", respondió la reflexiva Lynda. "Es crucial que le brindemos nuestro calor y apoyo", contestó la muchacha, llena de convicción. Lynda le acarició afectuosamente la cabeza a su alumna, orgullosa de su buen carácter. Kristine había sido adoptada por la familia Johns. Su disposición a aceptar a Madisyn resaltaba su espíritu generoso y amable. Quedaba claro que no le preocupaba que el regreso de la chica pusiera en peligro su posición. En una esquina, Elaine Johns estaba sentada en silencio, con la mirada fija en la puerta. Se veía ansiosa y expectante. Kristine captó su intensa mirada y se sintió ligeramente inquieta. Finalmente, la puerta se abrió, la joven que entró era hermosa. Sus rasgos exquisitos y su temple sereno replicaban de forma sorprendente los de Elaine, a tal grado que era innegable su parentesco. Kristine sintió un vacío inexplicable al verla. En contraste, Elaine, incapaz de contener sus emociones por más tiempo, se lanzó hacia ella. "¡Mi hija!", exclamó mientras la abrazaba con fuerza y las lágrimas escurrían por sus mejillas. La chica se quedó momentáneamente atónita por la intensa bienvenida y le dio unas suaves palmaditas a la mujer en la espalda. De repente, una nueva calidez se extendió en su interior. Por fin sabía qué se sentía tener una familia amorosa... "Cariño, primero deja que Madisyn se siente", dijo Glenn con gentileza. Mientras se acomodaban en el sofá, la madre se aferró a su hija, esforzándose por contenerse para que no se le quebrara la voz por culpa de las lágrimas: "Perdónanos por habernos tardado tanto en encontrarte. Debes haber sufrido tanto". "Yo... No te preocupes. Estoy bien". Las lágrimas de Elaine, cálidas y sinceras, goteaban sobre la mano de Madisyn, quien se sentía un poco desconcertada. Sin embargo, conmovida por la muestra de amor sincero, comentó para tranquilizarla: "No llores, mamá. Ahora estamos juntas". La palabra "mamá" causó en Elaine una profunda alegría. "Sí, volviste. Y prometo arreglar todo", dijo con voz temblorosa. Glenn observó el intercambio con una radiante sonrisa. Su entusiasmo era palpable mientras miraba a su retoño. La joven, sintiendo el peso de su mirada, volteó a verlo y musitó: "Ah... Papá". "Estamos tan felices de que hayas vuelto a nuestro lado, mi Madisyn", soltó el sonriente hombre, con el semblante radiante, por la expresión de alegría pura que lo inundaba. "Déjame presentarte a nuestra familia. Esta es tu tía Lynda". La susodicha la miró y le ofreció un leve asentimiento con la cabeza, en señal de reconocimiento; la chica le devolvió el gesto con una calidez educada. Luego, intercambió formalidades con Kristine, quien le dijo con una sonrisa radiante. "No sabes cuánto tiempo llevo esperando para decir esto: ¡por fin tengo una hermana a la que puedo presumir!". "Esta es Kristine. Perdió a sus padres cuando era muy joven y como tu papá y el suyo eran cercanos, la acogimos. Pero si eso te incomoda...", intervino Elaine, con un tono ligeramente dubitativo. "Para nada", la interrumpió suavemente Madisyn, pues entendía la implicación. "También tienes tres hermanos, aunque no están aquí ahora. ¡Nos aseguraremos de que los conozcas más tarde!", continuó la madre, cuyo rostro se había iluminado al notar el asentimiento de aceptación de su hija. "Madisyn, seguramente pasaste unos años muy duros. Empecemos por intercambiar números", sugirió Glenn, sacando su celular. "También pásame tu número", soltó Elaine con entusiasmo, siguiendo el ejemplo de su esposo. La chica accedió y, apenas registró los números de sus padres, aparecieron en su celular dos notificaciones. Cada uno de sus progenitores le había enviado diez millones de dólares por Internet. "Tu madre y te mandé un poco de dinero para que lo gastes en lo que quieras. Si no es suficiente, siempre puedes pedirle más a papá", dijo el sonriente Gleen, con un tono lleno de una generosidad casual. Su esposa no se quedó atrás y añadió: "Ya te compré algo de ropa. ¡Puedes probártela cuando lleguemos a casa!". Esa avalancha de generosidad era desconocida para Madisyn, quien sintió que una calidez, que desconocía hasta ese momento, la envolvía. En contraste, Kristine estaba inquieta y sorprendida. Glenn y Elaine acababan de transferir casualmente veinte millones de dólares a esa chica, una suma que eclipsaba su propia mesada mensual, que en honor a la verdad era relativamente modesta. ¿Acaso se mostraban tan generosos con Madisyn por ser su hija biológica, mientras que a ella la trataban diferente por ser adoptada? Capítulo 4 Su hermano Por supuesto, cuando la joven terminó de comer, se sentía satisfecha y, sobre todo, reconfortada por la novedosa muestra de afecto, expresada con cada platillo que sus padres le ofrecían. Repentinamente, sonó el celular de Glenn, interrumpiendo el momento. El hombre miró en la pantalla el nombre de la persona que lo contactaba y, al instante, una amplia sonrisa se extendió por su rostro. "Madisyn, el más joven de tus hermanos mayores está llamando. Seguro está ansioso por conocerte", declaró. Apenas aceptó la videollamada, una voz rebosante de entusiasmo se escuchó fuerte y claro: "¿La encontraste? ¡Ya quiero verla!". Glenn miró a su hija, y apenas esta le dedicó un tímido asentimiento, él apuntó la cámara hacia ella y la presentó: "Esta es tu hermanita, Madisyn". "¡Sí, definitivamente somos parientes!", dijo el rostro en la pantalla, que se había iluminado con una sonrisa traviesa. El corazón de la aludida dio un vuelco al reconocerlo: frente a ella estaba Waylon, el famoso y premiado actor. En un instante, su mundo se expandió: parecía que sus conexiones familiares llegaban a ámbitos que nunca había imaginado. "Hola", saludó la chica, en un susurro. "Madisyn, estoy atrapado en el set ya mismo, así que no puedo regresar, ¡pero pronto te enviaré algo especial!", respondió Waylon Johns, cuya emoción y cariño eran palpables a través del celular. A pesar de su recién descubierto vínculo biológico, la calidez del hombre fue inmediata y genuina. De hecho, tanto él como sus hermanos habían deseado por mucho tiempo tener una hermana menor. Aunque tenían a Kristine, sus padres la adoptaron cuando ya no era una bebé; además, no estaba relacionada con ellos por sangre, lo que hacía que no fueran tan cercanos. De repente, como si se le hubiera ocurrido algo, Waylon le habló al hombre, de porte noble y expresión distante, que estaba a su lado: "Andrew, mira a mi hermana. ¿No es adorable?". Andrew Klein, conocido por su presencia reservada e imponente, volteó a ver el dispositivo. En el momento en que vio a la chica que estaba en la pantalla, su mirada despreocupada se congeló. El largo y suave cabello de Madisyn caía sobre sus hombros y sus delicadas facciones, que indudablemente evocaban los genes de la familia Johns. Su apariencia era verdaderamente cautivadora. De hecho, sus ojos color ámbar, que tenían un toque de pereza e indiferencia, parecían calmar la habitación misma. En contraste, los ojos de Andrew eran profundos y penetrantes. La chica mantuvo la compostura mientras continuaba la videollamada, pero la reacción de Kristine fue menos controlada. Ante la mención de "Andrew", su cuerpo se tensó y sus ojos se clavaron en la pantalla, en donde vio al susodicho, tan imponente como siempre. Consciente de su actitud distante, creyó que no le prestaría mucha atención a Madisyn. "Hola", saludó Andrew, brevemente y en voz baja. Al escuchar eso, la incómoda Kristine se clavó las uñas en sus palmas. Luego se tranquilizó, repitiéndose mentalmente que el gesto del hombre no era más que una mera formalidad. Por su parte, Madisyn respondió con un asentimiento cortés, mostrando un comportamiento calmado y reservado. Acto seguido, Waylon continuó hablando con su hermana, hasta que Glenn intervino, recordándole que esta tenía que comer. Aunque su padre le había colgado, el hombre seguía visiblemente encantado. Volteó a ver a su amigo y le dijo con una sonrisa: "Esa es mi hermana menor, que estuvo perdida por muchos años. ¿No te parece adorable? Necesito terminar rápido las escenas de hoy, porque me muero de ganas de regresar y conocerla en persona". Luego, le lanzó una invitación casual a Andrew: "Oye, ¿no quieres acompañarme?". Sabía que era una posibilidad remota, pues este evitaba las visitas a la residencia de la familia Johns, por culpa del evidente afecto de Kristine. Anteriormente había existido un posible arreglo de matrimonio entre las familias Johns y Klein, pero era meramente un acuerdo verbal hecho por los ancianos. Los Klein, una familia prominente de Ansport, estaban muy por encima de los Johns, radicados en Gemond, en estatus e influencia, una brecha que Kristine parecía ignorar, pues se aferraba a la idea de casarse con el joven heredero, Andrew. "Claro, hace tiempo que no veo a tus padres", respondió él. '¿Lo dice en serio?', se preguntó Waylon, parpadeando ante la repentina aceptación. Capítulo 5 La tonta arrogante Elaine acompañó ansiosamente a Madisyn a través de los vastos pasillos, hasta que llegó a una habitación que había preparado especialmente para ella. El lugar era la viva imagen de elegancia femenina, pintado con delicados tonos pastel y adornado concienzudamente con detalles exquisitos. La chica se quedó sin palabras ante el aire de feminidad que inundaba la estancia. "Hija, ¿te gusta?", le preguntó suavemente la mayor, con ojos expectantes. "Sí, me encanta", respondió ella, con un ligero toque de impotencia. Su madre le dedicó una brillante sonrisa, le apretó la mano suavemente y comentó con alegría: "¡Me alegra oír eso! Si necesitas algo, solo dímelo". Tras un segundo, añadió: "Ahora, déjame mostrarte las prendas que tu padre y yo escogimos para ti!". Acto seguido, Elaine abrió las puertas del clóset con un gesto grandilocuente. Los ojos de Madisyn se agrandaron al ver la variedad de ropa en su interior: había filas de vestidos exquisitos y opulentos que brillaban bajo la tenue iluminación. "Y esto es solo el comienzo. Mañana llegarán más", anunció la madre. "Gracias, mamá, pero... ¿no crees que es demasiado?", sondeó la joven. Su progenitora se rio ligeramente, desestimando su preocupación. "¡Nunca! Una chica nunca tiene suficientes vestidos. Más tarde iremos de compras, para que puedas añadir cualquier cosa que te guste", declaró con una generosa sonrisa. La muchacha, aunque abrumada, se sintió profundamente agradecida por todos sus gestos y atenciones. Elaine había planeado esperar unos días antes de cambiarle el nombre a su recién encontrada hija. Sin embargo, Madisyn, al sentir el amor genuino de sus padres biológicos, no vio razón para retrasarlo. Esa misma tarde visitaron el Registro Civil, donde ella adoptó oficialmente el apellido Johns, convirtiéndose en Madisyn Johns. Una vez que completaron los trámites legales, Elaine apretó su mano y le dijo con la voz llena de emoción: "Cariño, llegó el momento de que vayamos de compras; seguro que encuentras algo que te guste". Glenn les dedicó una mirada tierna y luego expresó con un tono de arrepentimiento: "Disfruten mucho de la experiencia. Yo tengo trabajo esta tarde y no puedo acompañarlas. Aquí tienen diez millones. Cómprense lo que les guste". Madisyn, quien ya se estaba acostumbrando al opulento estilo de vida de su familia, tomó la generosa suma, mientras le daba las gracias a su padre. Él le acarició la cabeza con cariño; en sus ojos brillaba el afecto paternal. El Centro Comercial Moonshine era el más exclusivo de Gemond. La madre llevó a su hija hasta la elegante boutique de Chanel. Sus ojos se llenaron de emoción al imaginársela vestida con cada una de las prendas. Rápidamente le escogió una variedad de atuendos y le dijo: "Cariño, pruébate estos. Si te quedan bien, nos llevamos todo". Madisyn, se sintió algo abrumada, pero quería complacer a su madre, así que agarró la ropa. Estaba a punto de dirigirse al probador cuando notó que Phyllis y Jenna se acercaban. Phyllis había llevado a su hija, que claramente estaba de mal humor, de compras, con la esperanza de levantarle el ánimo. Cuando vio a la joven a la que le había hecho la vida imposible, Jenna exclamó con incredulidad: "¿Madisyn?". Elaine se giró al escuchar que alguien llamaba a su niña y reconoció al instante a ese par. Su expresión se suavizó, pues reconocía el papel que la familia Chapman había tenido en la crianza de su vástago. De hecho, Glenn ya había acordado trabajar con la empresa de la familia Chapman por haber criado a su hija durante todos esos años. Esa era la razón por la que había regresado ese día más temprano a la empresa: para discutir con Jeffry su futura cooperación. Elaine se estaba preparando para saludar cálidamente a Phyllis y Jenna, e incluso pensó en cubrir sus compras en la tienda como un gesto de buena voluntad, cuando el tono de la más joven cambió bruscamente. "Madisyn, ¿qué haces aquí? Esta es una boutique Chanel. ¿Acaso te alcanza para comprarte lo más barato?". Phyllis escrutó a la atacada. Estaba confundida por verla ahí y pronto su rostro se ensombreció, pues recordó la escena que había presenciado en el Hotel Alpenglow más temprano. "¿Por qué no estás con tus padres pobres? ¿De dónde sacaste el dinero para comprar artículos de lujo?", la cuestionó. "Lo que yo haga ya no es de su incumbencia", respondió la ofendida, sin atisbo de calidez y con una expresión de helada indiferencia. En ese momento, la visión que Madisyn tenía sobre la familia Chapman se rompió y le quedó claro que muchos años les había dado su lealtad, sin reciprocidad alguna. De hecho, había elevado su modesto negocio a una empresa cotizada en bolsa, creyendo que con eso pagaba la deuda de gratitud por haberla criado. Sin embargo, los Chapman no eran conscientes de su ayuda. La expresión de Elaine se volvió severa al escuchar las duras palabras de Phyllis. Siempre había creído que esa familia había tratado a su pequeña con amor, pero la realidad que tenía frente a ella era completamente diferente: no se preocupaban por ella, sino que la trataban con franca hostilidad. "Disculpe, entiendo que esta joven fue una vez una hija para usted, ¿por qué la está tratando así ahora?", intervino, incapaz de contener su consternación. Como había conseguido captar una audiencia, Phyllis exhaló profundamente, y, con una expresión de dolorosa resignación, dijo: "De hecho, hubo una época en la que ella fue como una hija para mí. Señora, déjeme advertirle algo: no se deje engañar por su apariencia. Es una mentirosa compulsiva que se atrevió a robarle dinero a su propia familia. ¡Es una desgracia!". Tras tomar un respiro, siguió con un tono de fingida angustia: "Al descubrir sus terribles acciones, me decepcioné profundamente de ella y no me quedó otra opción que expulsarla de mi familia, a pesar de todos los años que pasamos criándola como una de los nuestros". Phyllis estaba decidida a dejar mal parada a Madisyn de todas las formas posibles, para que ninguna dama adinerada la tuviera en alta estima. No podía permitirse que se corrieran los rumores de que era demasiado dura con la chica a la que alguna vez había tratado como su hija. Para hacer sus palabras más convincentes, incluso se secó los ojos, fingiendo que se enjugaba las lágrimas, para subrayar su supuesta desesperación. Phyllis la estaba desacreditando activamente frente a su madre. La expresión de Madisyn se endureció, y un destello de ira comenzó a arder en sus pupilas... ...... ==== Creyendo que era hija de campesinos, Madisyn se sorprendió al descubrir que su verdadero padre era el hombre más rico de la ciudad y que sus hermanos eran figuras de renombre en sus respectivos campos. Todos la colmaron de amor, solo para enterarse de que Madisyn tenía un próspero negocio propio...... ¿Qué sucederá en adelante? Los capítulos disponibles son limitados aquí, haga click el botón abajo para instalar APP y disfrutar leyendo más contenidos maravillosos. |
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